El tridente perfecto
Valkenburg (Holanda), 1998. Paco Antequera espera en línea de meta bajo un tremendo aguacero. Hace más de un cuarto de hora que Camenzind es el nuevo campeón del mundo. Ningún ciclista español ha acabado todavía la prueba. Antequera desearía tener en ese instante un paraguas. Más que por la lluvia, para protegerse de una tormenta peor. La de las críticas. Sabe que es un blanco fácil. Recién llegado al cargo de seleccionador, con escaso curriculum y menos facilidad de palabra. Un personaje poco mediático. A casi media hora llega el primer español. Un desconocido neoprofesional. Óscar Freire, una estraña apuesta personal de Antequera. A muchos kilómetros de allí, en un pueblo del sureste ibérico seguramente Valverde ganaba una carrera, ajeno al descalabro de la selección en Holanda. Otra victoria más. Una rutina divertida para un juvenil que sólo pensaba en pasárselo bien encima de la bici. Mientras tanto en Ermua, Astarloa miraba en la tele como a Camenzind le entregaban la medalla oro. Igor cerraba los ojos e imaginaba estar en el sitio del suizo. Ser campeón del mundo. Llevar el jersey arcoiris. De repente el sonido del teléfono le despertó. Rapidamente se levanta y piensa que esa puede ser la oportunidad que estaba esperando. Algún director se había decidido a llamarle para ofrecerle saltar a profesionales. Pero cogió el teléfono y la voz de su amigo Horrillo acabó de despertarle de su sueño.
Hoy 13 de agosto de 2004, en el mismo apartamento de la villa olímpica de Athenas descansan Astarloa, Valverde y Freire. Dos campeones del mundo y un subcampeón con trazas de hacer historia. Los tres intentan dormir pero no pueden. En la habitación de al lado ronca el seleccionador más laureado del ciclismo español. Tranquilo el día antes de una prueba que lleva preparando cuatro años. Dicen que este examen es como una lotería. Que depende del día y la suerte. A Antequera eso le da igual. Él tiene todos los números.
Hoy 13 de agosto de 2004, en el mismo apartamento de la villa olímpica de Athenas descansan Astarloa, Valverde y Freire. Dos campeones del mundo y un subcampeón con trazas de hacer historia. Los tres intentan dormir pero no pueden. En la habitación de al lado ronca el seleccionador más laureado del ciclismo español. Tranquilo el día antes de una prueba que lleva preparando cuatro años. Dicen que este examen es como una lotería. Que depende del día y la suerte. A Antequera eso le da igual. Él tiene todos los números.
1 comentario
Raquel -
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