Naranjada de fracaso
El Euskaltel Euskadi es algo más que un equipo ciclista. Es un símbolo de todo una nación que otorga al ciclismo la importancia que se merece .El equipo ha crecido de manera progresiva desde su primera temporada . Apoyada esta consolidación en la marea naranja que cada mes de julio inunda las cimas pirinaicas, ahora habían encontrado un líder acorde con la magnitud social de su afición. Un superclase como Iban Mayo que llegaba a este Tour con la misión de despertar a Armstrong de su sueño. El año pasado se había exhibido en las montañas francesas mientras le duró la gasolina. Esta temporada se preparó a conciencia para llegar con el depósito lleno a la salida del Tour. Humilló a Lance en el test de la Dauphiné Liberé. Pero el principio del Tour se convitió en una pesadilla para los vascos. Problemas con el médico del equipo, las dudas sobre el estado de Zubeldia, el positivo de González y para rematar, la desastrosa emboscada del pavé. Mayo llegó así al fin de semana de los Pirineos con más dudas que fe en si mismo. La fiesta vasca se convirtió en un entierro con Mayo como protagonista. Alrededor de su tumba se está organizando un desfile de trapos sucios entre la directiva, ciclistas y aficionados que no vale para nada. Hay que olvidar y darse la Vuelta.
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